Una carta para ti


 Mi querido ... :

Cuando nos volvamos a ver, no te preocupes por el tiempo que está llevando el encontrarte a ti mismo o el querer saber lo que la vida pueda ofrecerte y también podría quitarte; si tus apuntes ya no se están en el lugar donde los dejaste o el hueco que ocupaba la guitarra se haya usado para poner otros objetos. 

Tus cosas siguen guardadas en el mismo sitio que con tanto amor hiciste tuyo, sin embargo,  me duele en el alma decirte que ya no está tu querido CC.

No sabes las de veces que he llorado por haber tenido que tomar una de las decisiones más amargas que, a veces, la vida te suelta como si no pasara nada y fue tener que dejarlo con una familia de adopción, ellos podrían darle lo que mis tantas horas de trabajo no me permitían: un verdadero hogar.

El mío estaba hecho de ausencias obligadas, de noches de uniformes y de días descompuestos y todo para que ese sueño tuyo se hiciera realidad. Me alegra tanto saber que se cumplió lo que anhelabas pero también me apena el precio, que a veces, nos hacen pagar.    

Necesito decirte que, pasado algún tiempo, hablé con quienes lo amaron y cuidaron; vi tristeza en sus miradas cuando me dijeron que no pudo tener descendencia y que tras una enfermedad, había marchado de este lugar para irse a otro. 

Quiero creer que existe el cielo de los perros, como dice un buen amigo mío, y quiero creer que CC se encuentra ahí, mirándote con aquellos ojos negros e inquietos, ladrándote al oído para que le hicieras caso o tal vez, para que jugases con él; no lo sé, porque fue un mundo creado por los dos y yo, lamentablemente, no pude llegar a formar parte de algo tan, extraordinariamente, maravilloso.

Te voy a  contar un secreto, pero no quiero que te rías y, si así lo hicieras, prométeme que no se lo dirás a nadie, de sobras sabes que la vergüenza y yo, a veces, jugamos a ese escondite donde ella siempre termina por encontrarme.         

Hay días en los que entro a tu habitación y abro las cajoneras para desdoblar algunas camisetas, esas que te ponías para dormir pues no te gustaban los pijamas porque decías que te hacían sudar mucho. Las observo como si, el tenerlas ante mí, esperase  escuchar un "esa no me la voy a poner hoy", pero solo hay silencio ... las vuelvo a doblar y las dejo en el mismo sitio donde tú las colocaste.

No sé si aún te valdrán, o ya no te gusten sus colores y optaras por unos menos alegres, pero siguen ahí, esperando tu regreso para que, alguna vez, decidas qué hacer con ellas. 

Recuerdo cuando María se acercaba a nuestro jardín para decirme que te escuchaba cantar y tocar la flauta, le hacía mucha gracia porque insistías tantas veces  con la misma canción que incluso ella terminaba por tararearla.        

Hoy soy yo la que escucho a su hijo con su trompeta, ya tiene siete años, y está empezando con esas primeras notas que enseñan a los niños y repiten hasta el hartazgo, es entonces cuando mi mente vuela a buscar en mi memoria lo que guarda, cuidadosamente, de ti, y cierro los ojos, sintiendo que las notas se han vuelto una melodía que suena una y otra vez hasta que te das por satisfecho; y yo estoy ahí, escuchándote, dejando a un lado todo aquello que no quería que ocupara mi mente.

En esos momentos sentía que la felicidad era como ese interior nuestro que a veces se nos hace extraño, o como nuestra caja de la vida envuelta en misterio, y al oírte tocar, yo la llenaba de sueños, sueños que vestía y desvestía a mi antojo para luego hacerlos volar para ti y que tú, algún día ... pudieras verlos.   

Yo espero que llegaran a tu corazón con ese amor con los que fueron soñados y de no ser así, que sigan guiando a tu alma a encontrar lo que andas buscando. 

Quiero que sepas que, tras tu marcha, sentí la necesidad de esos días de silencio o donde el pincel de mi vida solo entendía de colores ocres y, durante mucho tiempo, me pasé desdibujando lo que la vida me estaba ofreciendo, o me negaba a ver que el cielo necesitaba de tormentas para encontrar la calma; y fue ahí cuando comencé a ver la danza entre la lluvia y el sol y en un de repente ...  se hizo lucir el rojo, el naranja, el verde, el azul  y así, hasta llegar al violeta y resultaba tan bonito que comencé a vivir una nueva etapa, esa etapa que nos lleva a aprender a desaprender porque repensarse a uno mismo es necesario, y es necesario para seguir adelante y empezar a saber contemplar la belleza que nos regala la mirada del arcoíris.  

Antes de despedirme ...

Me gustaría decirte que no tengas miedo si, a veces, te cuesta abrir los ojos a la madrugada porque ello conlleva a sentir que el aire de la vida empieza a decirte que hay que levantarse para ese nuevo día que te está esperando, o que el camino que pueda haber desde tu habitación a la cocina se te hace, absurdamente, interminable y solo quieres tomar un vaso de agua para "encontrarte" mejor.

No te preocupes. 

Existen esas mañanas que lo cambian todo, que vas de un punto a otro sin entender nada y que mirar hacia otro lado, es un deseo momentáneo hasta que te pueda el desasosiego y cuando eso suceda, sabrás que pasabas la vida queriendo correr, entonces, es cuando llega  el momento, sí, ese que te hace entender que tienes la capacidad de elegir para ti lo que buscabas encontrar para los demás.  


P.D.

Cuando nos volvamos a ver, no te preocupes, yo estaré como siempre, esperándote al otro lado del arcoíris, entre los campos de espliego y las siemprevivas.

  

 

-Dunia Arrocha





Repensarse a uno mismo es necesario y es necesario para seguir adelante y empezar a saber contemplar la belleza que nos regala la mirada del arcoíris.  




 

Petreles


Me he propuesto volver a la esencia de lo que fui antes de mis diez años y he decidido no labrar, por un  tiempo, la tierra fértil de la poesía, quiero ser como el sisón y necesito barbechos, donde los cultivos me dejen espacio para cortejar de manera diferente a mis queridas letras, esas que se apoderaban de mi alma haciendo una traslación del sentido recto de una voz a otro figurado, en virtud de una comparación tácita o todo lo que a ellas se les antojara, y lo hacían usando mis dedos como fieles conductores y al corazón ... centinela de lo que allí atesoraban: Mis poemas.

Sabias conocedoras de mi secreto no dudaron, ni por un instante, en hacer uso del libre albedrío y sucedió que, en los claros de una noche de Agosto, pusieron ante mí un telar donde estas manos llenas de palabras, empezaron a tejer versos, y bajo una luna perfecta y entre el virginal sabor que da la curiosidad, intervine en una guerra que no viví pero que hice mía (mi abuelo no pudo seguir guardándole silencio a la soledad y, vencido por la pena, se descubrió ante mis ojos) y así fue como me adentré en la historia de su historia, perdiendo lo que el tiempo jamás me iba a devolver: La inocencia.


Había llegado el momento: 

 

"Guarde el dolor a la rosa negra de la vida.
Consúmanse los cuerpos en la invisibilidad de la noche. 
Que no falte sitio para la voz del vencido 
porque hace gloria a la memoria del vencedor.
 
Mientras, las miradas de ambos bandos se hacen escalofrío.
Los ojos de los vivos lloran a los ojos de los muertos.
 
¡Qué más da el "enlutado" de los que ordenan!, 
si a la muerte no le importó patria ni acero 
ni la detuvo soledades, ni agonizó, ni perdió.
 
Y desde aquel rincón callado, 
donde la libertad de crecer como niña viva 
no era más que el escondite en una mortaja 
para sobrevivir a los lamentos del canto que llora, 
empecé a pagar condena ..."   

Fragmento del poema "Sentimientos quebrados" 

Basado en el relato de Emilio Hernández de la Cruz (mi abuelo), civil, exsoldado "reclutado" por el bando republicano: Superviviente; hermano de Rafael Hernández de la Cruz, civil,  exsoldado "reclutado" por el bando nacional: Muerto en combate. 

Guerra Civil Española (17 de julio de 1936 a 1 de abril de 1939) 


A mis queridos todos (incluyo en ese pronombre mujeres, hombres y personas que se identifiquen de la manera o forma que se sientan), es mi deseo acabar este texto con un poema porque, amándolos como los amo, no quiero que mueran cuando se encuentren ausentes, ni vivan como esquelas en los sepelios de la vida.


Hace tiempo escribí: "Una de las capacidades de nuestra naturaleza como seres humanos es entender que, a veces, hay que irse para poder regresar" 

Yo lo estoy haciendo, y lo hago con el permiso que derrama este nuevo aire que hoy entra por mis pulmones pero eso sí, sin dejar de respirar el que me ha mantenido viva hasta este mismo instante.


Con el amor que siempre he puesto a la hora de escribir, dejo caer mis letras  

 

PETRELES


Se levantan los troncos de los árboles 

como columnas cenicientas 

en una ciudad con bocas voraces, 

te hablo de las patrias desesperadas

de las que sangran en silencio

bajo una sombra que ya no es verde. 

Quienes caminaron por el diccionario

de la copa que llena al mundo

saben a quien va dirigida estas letras.

Las mesas desnudas no llegan de la abundancia

ni de los actos más complicados, 

o del aire, que con su presencia amarilla, 

deja caer millones de alas 

para hacernos creer que respirarlo, es seguir viviendo.  

Y así vamos andando por el camino, 

asestados con el rayo rojo 

de los que avanzan en cabalgaduras de oro y plata, 

 o de los que llevan la chispa del castigo 

al que incumple con los preceptos.


Somos petreles sin alas en ciudades de arena, 

condenados al exilio de un bosque sin mar.





A esa tempestad a la que me dirijo me reservo el derecho del mar y del cielo, del horizonte y de las estaciones, de los hilos de la luz a caballo de la esperanza o de la lluvia en la tierra para conservar las raíces que, de una forma u otra, los que hoy viven atrincherados a sus tronos, serán destronados, pues amanecerá el día en el que las rosas embriaguen al mundo con su fragancia.



"Y en este jardín de letras caminan mis pies descalzos, pues jamás he llegado a conocer verdad más bonita que aquella que se escribe cuando uno la llora y la ríe desde el alma"

   

-Dunia Arrocha





"Y como el sisón abro mis alas
 hacia donde los cultivos me dejen espacio
 para cortejar, de manera diferente, a mis queridas letras" 






Sinceramente, Sara


 Ayer recibí un correo en el que decía:

 "Querida Dunia: ¿Qué puedo hacer para olvidar lo vivido hasta hoy?  Sinceramente, Sara" 

Llevo toda la noche y parte del día intentado darte una respuesta y por otro lado, cientos de preguntas rondan por mi cabeza queriendo averiguar si lo correcto es quedarme fuera a esa petición o atreverme a entrar en ella y expresar lo que pienso. 

¿Qué debo decirte?, tal vez ¿animarte a coger por un camino a una velocidad trepidante donde sea la adrenalina la que guíe tu vida? o la tan utilizada frase de ese "empezar de nuevo"  pero sin una memoria que recuerde lo que has vivido.

¿Realmente podemos hacer desaparecer todas nuestras vivencias?,  de ser así, sería como renacer, y si eso fuera posible ¿qué formula se ha de usar?. Si la supiera, no dudaría ni por un instante en compartirla contigo. 

Hay una canción que dice:

 "Déjame un pedacito de ti que esta noche me siento sola, y ese pedacito tuyo me hace vivir, me hace soñar, me hace sentir ... "

¿Qué pedacito hay que dar cuando hemos querido olvidar todo aquello que nos ha llevado hasta lo que hoy somos? 

Cómo es que tu pregunta ha hecho adentrarme en esas palabras e ir más allá cuando eres tú la que necesitas de mí.

Si te contara la de veces en las que he estado en las puertas de no sé dónde y no sé qué hacer, en las que quise salir de ese sitio porque no podía seguir ahí, porque yo no quería acabar ahí. Mi deseo era irme a otro lugar, a ese lugar que soñé y planeé por años,  al que anhelé con tantas fuerzas que se me pasó por alto lo más importante: Pensar en mí  ...  Y así fue como fui dejando lo que yo buscaba para encontrar lo que querían otros,  y ¿sabes qué?  no es lo mismo soñar con volar que formar parte del vuelo, y una no debe olvidar jamás que no se necesita un cielo a donde ir sino un cielo a donde querer ir y cuando se quiere ir, no se sueña, no se anhela, simplemente ... se va, y se va sin mirar lo que se deja atrás porque si lo haces, existe una garra que te atrapa y te deja sin aliento, y es ahí cuando empiezas a olvidar de respirar por ti y cada día vas muriendo un poquito más. 

En estos momentos sienta que no sé quién soy o ¿quién soy yo para intentar responderte cuando me siento tan lejos de la persona que quise o quiero ser?           

Entiendes por qué me cuesta tanto. 

No hace mucho estuve leyendo un pequeño relato que escribió mi hermana para mí:   

"Tengo una mejor amiga. Su nombre es María Dunia Esther, a ella no le gusta mucho porque dice que mi madre se pensó que la casaría con un príncipe y viviría feliz en un palacio para princesas de trajes bonitos y fiestas inolvidables. Qué poco la conoce mi mamá. A ella le da igual la ropa que lleva o el peinado que le hace, siempre va con el pelo alborotado y su caja de lápices de colores de una habitación a otra y odia ponerse zapatos. Es la mayor de mis hermanas y su sueño es ir a Nueva York o a Londres. Vivimos en una casa a pocos metros del Océano Atlántico y pasamos muchas horas cerca del mar. Ella se inventa historias con finales en los que no paro de reír, después me coge de la mano y corremos juntas por toda la orilla. No hace mucho me enseñó el idioma del mar a través de una caracola y yo no hago más que quererla mucho.

Sé que algún día será una escritora reputada porque sus cuentos me hace la niña más feliz de la Tierra"  


¿Sabes qué? ... Después de recordar esas letras, después de parecer que todo se desmorona ante mis ojos y el sin sentido de las dudas es el encabezamiento de la página principal de mi vida, siento y quiero decirme lo siguiente: 

"Soy la hermana de mis hermanos. La madre de mis hijos y soy escritora, puede que lo de reputada falte mucho por llegar o no llegue nunca, no lo sé, de lo que sí estoy segura es que soy esas tres hermosas y grandes cosas en mi vida".



"Estimada, Sara:

La vida es como un juego, unas veces nos hacemos daño y otras nos divertimos como si el mañana no formara parte de nuestro existir. Intenta seguir jugando a vivir porque eso es lo que nos mantiene viva, lo que nos mantiene fuertes y sabias y aunque hay momentos en los que queremos olvidar lo que hemos sido, estamos hechas de lo que fuimos. El soy y el serás depende única y exclusivamente de ti." 


Sinceramente, 

Dunia

 


-Dunia Arrocha 



"Soy la hermana de mis hermanos. La madre de mis hijos y soy escritora, lo de reputada falta mucho por llegar o puede que no llegue nunca, no lo sé, de lo que sí estoy segura es que soy esas tres grandes y hermosas cosas en mi vida" 


     











La cocina de mi madre


Hay una pregunta que, con el paso de los años, me he ido haciendo y puede que hoy encuentre la respuesta, voy a dejar que mis dedos empiecen a teclear y dé rienda suelta a su orquesta de palabras.  

A lo largo de mi vida he visitado algunas casas y, de una forma u otra, todas tenían ese "algo" que las hacen especiales; puede que para muchas de ustedes, el jardín evocara los misterios de una naturaleza que, por nuestra condición de isla volcánica, no tenemos, quizás por ello, llamase tanto la atención; otras, se sentirían atraídas por las fachadas, las salas de estar amuebladas con sillones de color caoba o por esos patios interiores donde se podía disfrutar del agua fresca que destilaba el bernegal, no lo sé, las casas son tan diferentes, tan únicas, están tan llenas de historia que siempre las he sentido como libros abiertos a la espera de ser leídas.

Hoy voy a tomarme la libertad de hablar de "aquellas" casas, las que no eran tan bonitas ni vistosas, las que se pintaban muy de vez en cuando y daban la sensación de tristeza, como si la vida no fuera con ellas, o como cuando se hace un dibujo en una servilleta de papel y nos olvidamos de pasarlo al lienzo; era lo que se enseñaba y se iba aprendiendo, solo que, a veces, la curiosidad se vestía de antojo y obligaba a detenerse y observar, y con la sencillez de lo que no requiere explicación, hacía adentrar a uno de nuestros sentidos, al mágico mundo de los olores, ese que está hecho de especias, frutos y sobre todo ... de café.


Yo nací en una de ellas.


Yo viví en una casa impregnada de olor a café, era de esas casas que se fueron haciendo con el día a día y donde la cocina, nuestra cocina, la cocina de mi madre servía de cuarto de costura, de tabla de planchar, de biblioteca -allí hacíamos los deberes del colegio- de consultorio sentimental, salón de tertulias y como no, de aula de música, ésta se "abría" los sábados y domingos, era cuando Braulio, nuestro vecino del segundo piso, dejaba de tocar el piano, entonces mi padre, sacaba su tocadiscos azul y "deleitaba" a nuestros oídos con rancheras, tangos, boleros ...  Ahora que lo pienso, cómo en un espacio de tres por dos metros daba para tanto. Cómo esa mesa de madera con tres sillas y una encimera blanca, donde había una cocinilla de dos fogones, hizo de mis cinco hermanos y yo ser lo que hoy somos: una familia hecha de amor, porque el amor también se hace y te lo digo porque lo vi, lo vi en los ojos de mi madre, en los ojos de mi padre, en los ojos de mis hermanos y en los ojos de todos aquellos que han pasado por ese lugar.

La cocina de mi madre olía al café de las cinco de la madrugada, era el que despertaba a mi padre para ir a trabajar, el que betunaba los zapatos de negro para el colegio, el que planchaba nuestros uniformes y nos preparaba uno a uno y hacía que no nos olvidásemos de llevar los cuadernos; el que nos despedía con un beso en la frente o nos recordaba eso de "no meterse en los charcos ni tirar trozos de goma a los compañeros" y el que después de tanto ajetreo, hacía que Flora, la vecina del tercero, bajara a saborearlo con mi madre, sí, con ella, con la que, pasara lo que pasara, esparcía en aquel diminuto sitio su aroma a café. 


¿Qué tenía entonces la cocina de mi madre? ¿Qué tipo de magia usaba para que todos los vecinos y nuestras amigas pasaran por allí? ¿Con quién se confabuló para lucir siempre encendida aunque hubo veces en las que no se prendía la luz?  


Como dije al principio de este relato puede que encuentre la respuesta a esa pregunta que por años decidió alojarse en mi mente, aunque luego surgieran algunas más, creo que todas llevan a lo mismo y sí, ahora lo tengo claro o siempre lo tuve dentro de mí, solo que necesitaba hacerlo letras para sacar, lo que, a veces, no puedo expresar hablando.

La cocina de mi madre es y será la cocina de Saro, porque se hacía con las madrugadas naranjas y los atardeceres violetas, con nuestras noches de luna o esas otras cerradas, porque sin entender y solo amando, tomaba prestado un pedacito de nosotros y nos lo devolvía transformado en una parte de lo que hoy somos y sobre todo, porque Saro,  siempre sabe cuando una necesita de una taza de café.  

 

-Dunia Arrocha



"Si tuviera que describir la casa donde pasé mi infancia, mi adolescencia y hoy, como adulta, no lo haría de forma objetiva porque todo lo que la componía tenía un sentido de ser, dependíamos de ella, era una más y nos daba esa sensación de seguridad que muchas veces perdemos por el camino, y cuando siento que no sé a dónde debo ir o qué hacer, cierro los ojos y viene a mí, como si supiera que la necesitara y con ella, el aroma inconfundible de la cocina de mi madre, de la cocina de Saro y su esencia a café" 



"La cocina de Saro"

Marzo de 2019, celebrando mi cumpleaños






La vida es como un cielo que te mira

Una tarde de agosto, de camino a casa, te pedí que me esperaras y lo hice con la fuerza que decías que tuviera cuando desease algo, verdaderamente, importante y que para ello, primero tendría que sentir los latidos de mi corazón como si fueran a salirse del pecho y que mi pensamiento se fijara en un punto, daba igual el que fuera, pero debía estar anclado a él. 

Yo lo hice y lo hice por unas horas y después por muchos días y así, hasta que mi memoria aprendió a descansar. 

Puedo decirte que te esperé vagando por las calles donde, a veces, creí tenerte de frente, o sujeta a las rejas de mi colegio que, ancladas a la tierra, amanecían sin decir tu nombre o si habrías estado allí. 

Te esperé con la certeza de un regreso o con la duda de un "puede que mañana...", pero los mañanas se convertían en hoy y los hoy volvían a ser mañana. 

No voy a negar que llegué a odiarte porque ¿sabes algo, papá?, hay sentimientos que te atrapan y te envuelven, te llevan hacia el camino de la nada y una se siente perdida, intenta dar sentido a lo que sucede o, simplemente, te vas yendo a no sé dónde y te pierdes cada vez más hasta que el miedo, la irritabilidad, el rencor, la no certeza ... empiezan hacer de las suyas, se apoderan de los pensamientos  y no dejan ver lo que una tiene delante, ni lo que hay detrás, lo que se mueve alrededor o lo que te aguarda tras cualquier esquina, y yo me vi sin ti, pequeñita y sin ti, y era todo tan grande que, de repente, tu ausencia se hizo  extrañamente lejana y me asusté, me asusté y me escondí.

Tú  bien sabes que yo entreabría la puerta para que entrara la luz en mi cuarto y así poder dormir, no sabía lo que tenía la oscuridad pero a mí no me gustaba ...  hacías que yo cerrara los ojos imaginando los colores del mar porque según tú, al mar también le gustaba cambiar de traje para que la Luna se fijara en él, sí, se fijara en él pero, en esos momentos, jamás se me habría ocurrido preguntar qué hubiese hecho el mar si lo atrapara la noche o qué tendría que haber hecho yo cuando me sintiese atrapada por ella ... ¿Cerrar los ojos o mantenerlos abiertos?

Hubieron días en los que llegué a pensar que todo era fruto de un guion escrito por alguien que pasaba por ahí y se sintió con la necesidad de orquestar las vidas de otros, solo para saber lo que se sentía, absurdo ¿no?, pero ¿ qué quieres qué te diga ?, eran momentos en los que podía encontrar sosiego, solo que duraban poco, tan poquito que te llamaba hasta cansarme, eso sí, siempre lo hacía sin dejar de anclar mi pensamiento en ese punto fijo del que  me hablabas.

¿Te cuento algo? ...

Siento que hoy ya no me ahoga tanto el que me palpite el corazón y que, de vez en cuando, ese punto de anclaje va yendo de un lugar a otro y me va mostrando nuevos senderos. Aún sigo viendo el mar intentando enamorar a la Luna y me imagino que eres tú quien haces reflejar las estrellas en él, puede que sus destinos sean seguir amándose pero sin estar unidos o tal vez, la magia esté en verse cada noche, no lo sé, de lo que sí estoy segura es que un día, no sé cuándo, sus almas volarán juntos con el sonido de las olas. 


-Dunia Arrocha



"La vida es como un cielo que te mira,  y puede hacerlo de frente, vestida de un color que a ti no te gusta o puede mirarte de reojo con los colores más hermosos que hayas podido ver. Lo verdaderamente importante es no perderte en ese cielo, da igual el tiempo que lleves contigo una luz prendida"



    


"A veces, la oscuridad del cielo
es, extraordinariamente, impredecible
 pero no olvides nunca que la luz también lo es" 





Hay lugares que llegan a mí como libros

Sé que hay lugares que llegan a mí como libros, uno de ellos fue mi cuarto, en él había una ventana que cuando la abría daba al cielo, a mí me confortaba cada noche cuando veía las estrellas, a veces me imaginaba lo maravilloso que podría ser si yo pudiera alcanzarlas, la de cosas que haría, y la de cosas que no tendría que hacer ...  no me subiría a una silla para limpiar los cristales de la casa, ni contaría por cientos de veces los cincuenta y nueve escalones que habían desde mi puerta hasta llegar a la azotea para poder tender la ropa o esperar, si hacía viento, a que se secara y recogerla; tampoco iría a por el pan, a por las naranjas, a por las papas, a por el agua o a por lo que se les olvidaban decirme y así, no pasaría por el mismo camino una y otra vez.

Me aburría la acera por la que tenía que andar, me aburría la carretera que había que cruzar y me aburría la misma cara que me decía eso de: "¿Otra vez, mi niña?.  Tienes que saber  anotar la compra en un papel, puede que de esa manera lo recuerdes mejor."  Como si esas palabras solucionaran todo, pues no, existen  frases bien intencionadas que te van destruyendo de a poquito hasta que empiezas a contar lo que está pasando en tu interior -y no te atreves a decir- a una amiga que no ves pero sabes que está y te escucha.

Con el tiempo supe que casi todos los niños tenían amigos imaginarios y dejé de preocuparme por mi cordura. 

Amaba a mi ventana, pero más amaba lo que me dejaba ver. Una noche empezó a chispear, eran como gotas del rocío o eso quise creer, cerré mis ojos y dejé que hicieran un lugar en mi rostro, sentí esa delicadeza y ternura que te hace parecer que suaviza los acordes de unas notas florales pudiendo ver el verde en ellas, o como si tuvieran la capacidad de contener el agua en estado de vapor sobre mi cara que, por momentos, se transformaba en campos de girasoles o de lavanda y respiré, respiré y olvidé, olvidé los cristales por limpiar, la ropa que tender, la compra sin el papel de anotar y esa acera gris por la que anduve hasta que mis pies pudieron volar hacia las estrellas. 


"A veces una tiene que inventarse la niñez y no lo digo para que cause un sentimiento de tristeza, al contrario, lo hago con la intención de hacer entender que de una maleta desgastada se puede hacer unas hermosas fundas de libros, un broche para un diario, una caja para tus zapatos preferidos y hasta guardar en ella todas las ilusiones y sueños que tengas, ¿te das cuenta?, ni tan siquiera necesitas cerrarla, porque eso tienen las maletas desgastadas, no precisan de cerraduras" 



-Dunia Arrocha




"Sé que los lugares llegan a mí como libros.
 Yo intento entender lo que me dicen, 
es así como voy descubriéndome,
 y sí, empieza a gustarme lo que aprendo" 




¿No te ha pasado lo de los días mudos?



¿No te ha pasado lo de los días mudos? sí, esos que parecen no decir nada, que se visten con pijama de rayas y se encarcelan en una jaula donde las horas no pasan, que no te confunda su apariencia porque pueden ser grises o soleados o a veces aparecen vestidos de un azul intenso. 

A mí me gusta observarlos, y aunque te suene extraño, me encanta ver su lenguaje de signos en sus manos de nubes, son días que nos muestra el cielo y procuran no pasar desapercibidos, te invitan a soñar para que tú cuentes historias y el silencio de sus palabras es la forma que tienen para que veas nacer el verde en los paisajes de tierra y mar o ¿por qué no?, jugar en un campo de flores silvestres  mientras tus manos dan palmas con el viento al son de " una y dos, tejo el vestido, tres y cuatro, limpio mis zapatos, cinco y seis, me quito el jersey ... " y sin darte cuenta, empiezas a dejar volar carcajadas, te confías, te vas dejando amar, te renuevas por dentro y esas ganas de volver a ti, inexplicablemente, reaparecen.

¿Puedo pedirte que te quedes conmigo, que me acompañes a ver, a mirar, a sentir o, sencillamente, a estar?, no importa si es hoy o mañana , ya te dije que en esos días las horas parecen detenerse, ¿quieres saber por qué?, pues porque el tiempo deja de tener sentido, el sentido se lo das tú. 

No intentes cuestionar o entender lo que está pasando, harías desaparecer la magia y te perderías momentos tan sumamente bellos, tan extraordinariamente simples.

Ya verás, todo se hará sitio en ti mismo y lo que te parecía absurdo cuando comenzaste con esta lectura empezará a encajar y empezará a encajar porque existen lugares dentro de ti que desconocías o se te habían olvidado o ¿por qué no? ...  ya no sabías recordar.  



"Estoy por la labor de ir aprendiendo a entender la vida y lo hago intentando llegar al lugar que busco de la forma más sencilla, tal vez, no sea la acertada, ni la que me enseñaron o puede que que no encuentre nada cuando llegue o puede que no llegue, qué más da, a veces no se trata de todo o nada, ni de principio y final, simplemente, puede que la clave está en saberla vivir"  


-Dunia Arrocha


   


"Estoy por la labor de ir aprendiendo a entender la vida
 y lo hago intentando llegar al lugar que busco de la forma más sencilla"



 

¿Podrías decirle a la vida ... ?


Si te cuento lo que llevo oculto dentro de mí, ¿prometes guardarme el secreto?  ¿prometes no enfadarte conmigo y seguir mirándome de la  misma forma  como me miras desde que te conozco ? ... Tomaré ese silencio como un sí. 

Sé de una personita que un día dejó de pronunciar mi nombre y ese dolor lo llevo en el alma, a veces dejo que pase a mi corazón y otras muchas que corra por mis ojos para que las lágrimas hagan de hilo conductor a ese sentimiento y fluya, importa el resultado, eso lo sé ahora, porque darte de bruces con la incertidumbre, es una cuenta atrás hacia el despojo de una misma y se siente tan mal, tan nada que hasta  la pena se va por lástima. 

Te parecerá extraño lo que te digo o puede que mis palabras ande rozando la desesperación pero no es así, ya te dije, el no saber es el desgarre de uno mismo, son los jirones de las sin respuestas y una se va haciendo pequeñita hasta que no queda ni una palabra entre un interrogante abierto y otro cerrado.   

Y si te dijera que he pasado días consolándome con la aceptación o con eso de "algún día se dará cuenta", "nada has hecho, tu conciencia tiene que estar tranquila", "ya volverá porque la sangre tira", "tiempo al tiempo porque él tiempo es tan sabio que se encarga de poner cada cosa en su sitio y a cada quien en su lugar" ...  

Te soy sincera, puede que esas frases sirvieran unas horas pues le dieron una vuelta a mis pensamientos, los llevaron a pasear por algún parque, se distrajeron con flores o gente que pasaba por ahí y volvieron de regreso con el mismo pesar.  

Y yo te pregunto:  ¿Existe un final para algo que no se sabe si ha acabado?, y si ha acabado, ¿qué tecla he de pulsar para que mi memoria pase a modo olvido?. 

Hasta entonces, ¿podrías decirle a la vida que me dé algo más de tiempo?.  

No quisiera irme sin decirle adiós porque amarle más no puedo, las otras cuestiones las  dejaré para mañana. 


Buenas noches, Luna, hoy creo que llego tarde a casa. 


"Porque una no nace para quedarse en el mismo sitio, nos pasamos la vida viajando de un lugar a otro hasta encontrar el hogar, esa casa donde te quedas para siempre, donde vuelves a nacer sin olvidarte jamás de todas aquellas que dejaste atrás y así es como se construye el amor, a base de palabras no de silencios"    



-Dunia Arrocha



"La incertidumbre es el desgarre de uno mismo"




Qué me nacería decir hoy para ti


Hoy me has dicho que te sientes triste y no sabes el porqué, que te has levantado como siempre y has ido a pasear a tu playa preferida, que anduviste descalza por la arena y te encontraste con una amiga que hacía tiempo que no veías, que hablaron de la vida y un poquito de los sueños y mientras me vas contando todos esos momentos, no has dejado de mirarme a los ojos como cuando eras niña y buscabas respuestas que solo yo te sabía dar, y aun mi silencio, tú seguías mirándome impaciente y curiosa, curiosa y triste y yo ... yo siento que me apago por dentro, que ya no soy la que lo sé todo para que tú te quedes tranquila y te vayas a la cama a dormir.

No sabes lo que daría por querer dar alguna  respuesta a ese porqué y que tú volvieras a sentirte mejor, pero se me está haciendo tan difícil que hasta enredo las palabras de madre sabia y salen esas de una mujer a otra mujer, es entonces cuando se apodera de mí la torpeza, sí, esa que, a veces, se nos viene al corazón cuando no sabemos qué tirita es la adecuada para cubrir una pena. 

Quiero pensar que hoy es uno de esos días de no entender, de no dar explicaciones, de dejar marchar a los interrogantes, de hacerle hueco a los puntos suspensivos o también decirte con toda la simplicidad que nos tenemos que las mariposas vuelan porque tienen alas, que la gente llora porque tiene lágrimas, que el dolor duele porque escuece la herida ... Puede que ese sea uno de los misterios de la vida, hacer que las semillas que guarda crezcan a su antojo. 

Qué me nacería hoy para ti, pues lo que que te digo cada mañana antes de salir de casa: 

"Tú eres buena, tú eres bonita, tú eres importante y yo ... yo no dejo de quererte"


"Hay un cielo para todos y el tuyo está hecho de color púrpura, por eso, guárdalo en tu memoria para cuando te encuentres sola y perdida, no dejes de mirarlo; él te guiará por el sendero que buscas, te mostrará que existen flores silvestres que no necesitan ser plantadas para asomarse a la vida porque se han hecho así misma y crecen fuertes y hermosas pero a la vez, pasan inadvertidas para que nadie las destruya" 


-Dunia  Arrocha





"Uno de los misterios de la vida
 es hacer que las semillas que guarda crezcan a su antojo"



Llegó la bruma y lo hizo como solo ella sabe


Llegó la bruma y lo hizo como solo ella sabe, aparece así, de repente, y una no se acostumbra del todo.

A mí me sorprende por cómo deja entrever las casas, el mar o el cielo y siento que no puedo apartar la vista de su mirada. Da la sensación que la respiro pero es ella quien me respira a mí, curioso, ¿no te parece?.

De vez en cuando extiendo mis brazos con esa ilusión ilusa de querer coger algún pedacito de su traje para poder guardarlo en un frasco de cristal y así admirarla cada vez que yo quisiera, pero ella no se deja, se escapa, flota voluntariosa de un sitio a otro, atrapa  lo que va pasando por su lado y luego lo suelta y sigue, sigue envolviéndolo todo para desenvolverlo después. 

Eso es lo maravilloso de la existencia cuando no se depende de nada ni de nadie.

Me gusta la bruma, la que veo desde mi playa, la que quiero tocar y no puedo, la que juega a esconder lo que acaricia sin misterio porque sé que todo permanecerá  en el mismo sitio cuando se haya ido, sí, en el mismo sitio pero no de la misma forma pues, por esos  instantes que yo decida, su halo travieso habrá confundido tu balcón con el mío, tu puerta con mi puerta o tus flores con mis flores, hasta nuestras miradas se tornarán en colores diferentes porque así es ella cuando aparece, tan bonita, tan curiosa, tan suya que cuando miro al mar ... la vuelvo a ver.



-Dunia Arrocha




"La bruma es tan suya que cuando miro al mar ... la vuelvo a ver"




¿Qué me hace escribirte hoy?

¿Qué me hace escribirte hoy?. ¿Por qué no puedo dejarlo para mañana o intentarlo cuando mi corazón no esté tan acelerado?, quizás sean esos pensamientos que van y vienen de mi mente, extraño, ¿no?, ellos corren, están a su aire, sin rumbo ni fijación, es como si tuvieran vida propia y no entiendo, porque parten de mí, soy yo la que los creo, la que le doy forma, la que los visto y desvisto a mi antojo y a la vez siento como se escabullen y pierdo el control sobre ellos. Si pudieras verme, en este preciso momento, puede que te asombrara que sonría aun mis interrogantes.


Voy a dejar que mis dedos tomen el mando y empiecen a teclear todo aquello que se le venga en gana, quizás fluyan por ahí y se dirijan algún lugar o a ninguna parte, no lo sé, empiezo a creer que a la cordura hoy le ha dado por abandonarme o puede que dejarme llevar sea lo que necesite. 


"El cielo se torna de un azul celeste allá en el horizonte, la brisa me trae recuerdos de un mar que navegué siendo niña, apenas tenía cinco años pero lo recuerdo como si fuera ayer. Hay colores y olores que se graban en la memoria hasta que a una no le queda aliento o hasta que el viento de la vida se los lleva porque hay un viento que se encarga de hacer desaparecer aquello que tú crees que te pertenece por derecho, lo aprendí de una amiga que, poquito a poco, fue olvidándose de las cosas más sencillas hasta que, una noche, se olvidó de hablar, pero no pasa nada, ella siguió vistiendo su boca con la sonrisa más hermosa que he visto hasta hoy y sé, estoy tan segura de ello, que no habrá otra que la supere en belleza y de ese "de repente" fue como empecé a crecer por dentro y a empequeñecer por fuera, eso es lo que tiene el entendimiento ... te da y te quita, te quita y te da "



-Dunia Arrocha


"Hay colores y olores que se graban en la memoria
hasta que a una no le queda aliento
o hasta que llega el viento de la vida"







Sabes, amiga ? ...

Hay una luz en cada una de nosotras, a veces, se hace intermitente y otras muchas nos da la sensación de que se ha apagado, ¿no te lo parece?, sé que sí,  y aunque nunca te lo haya dicho, yo la he visto en tu mirada y puede que tú también la hayas visto en la mía,  no importa, hoy ha llegado el momento de decirte  que  está  alumbrando en ti más que cualquier día y es tan hermosa, tan tuya ... La puedes pintar del color que tú quieras, está para nacer una y mil veces o para hacerse pequeña y de repente, deslumbrar sin miramientos.

Y si te dijera que no tiene límites porque no la maneja el ser humano ni las razones de su existencia, que no tiene tiempo porque no se hace con minutos, segundos, horas ... Que se desprende de los apegos paran ser una luz libre y anda revoloteando curiosa, distinta, inocente ... de un corazón a otro, simplemente, esperando a que nos hagamos con ella para poder brillar.

Sabes, amiga? ... Jamás he dejado de verte sin esa luz, ella dibuja tu nombre cada atardecer, unas veces lo hace de color anaranjado y otras del más bello púrpura. 


-Dunia Arrocha 


Vuela alto, Esther, ve al mar o a donde tú quieras



Sabes, amiga? ... 
Jamás he dejado de verte sin esa luz