Estrellas dormidas

A mi querido maestro, Don Rogelio, quien con su boli rojo, en una de mis redacciones, no sólo corrigió mis muchas faltas de ortografía, me enseñó unas de las lecciones más valiosas de mi vida: "Tener fe en lo que escribía'.

Gracias. Se lo debo a usted.

"Y me serví de tus volcanes,
estrellas dormidas,
para alimentar mi alma.

Y cosí lo que aprendí,
con los hilos de tus redes,
a la piel de mi espalda.

Marcho, con recuerdos salados
y he guardado en mi maleta
retales de mi infancia,
para sentir tu esencia
cuando el dolor se me aparezca,
disfrazado de nostalgia.

Hoy, tú eres mi camino,
hecho de tierra y rofe,
de lava fundida
y olor a canela;
mañana, cuando me haya ido,
tú serás mis pasos
en mi nueva senda.

Y me alejaré de ti
con el llanto dormido,
para no despertar tu silencio
Soñaré con eternas primaveras.

Cielo, mar, blanco, verde...
será, hasta que retorne,
mi pensamiento."

Foto extraída de Google



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