a mis ventanas abiertas
de claridad destinada.
A mis noches secretas
de Lunas celestes.
A mis caminos de tierra
silbando alegrías.
A mis líneas guardadas
en mi usado papel.
Devuélveme
a mis locuras de vuelo
y cantar matutino,
o al comienzo de una lágrima
que descansa en Auroras.
A mi verdad derrumbada
por serpientes de odio.
A mis calles lloradas
que me vieron nacer.
Devuélveme
al creer de mis rosas
sin esencias marchitas,
o a la muerte desnuda
sin los espantos de tu mundo
que la volvió enemiga.
Al oleaje de mi pecho
golpeándole a la vida.
A los errores,
o al querer vivir
sin tus secas mentiras.
Devuélveme
al viento que sacudió a mis olas
entre el mar y el cielo.
A mi aprender sin remordimientos.
A mis manos vacías,
pero a mis silencios llenos.
A mi locura
para envejecer Primavera,
aunque, cada pedazo de mi ser,
vistieras de Invierno.
Devuélveme
al arder de mis palabras
en su mojada intimidad.
A mis páginas blancas
sin tus lecciones hirientes.
A mi andar por mí misma.
Al saber del color...
Devuélveme
ladrón de vidas ajenas,
de caminos sin penas.
De perverso canto
germinando, engañoso,
a quien te oye o te espera,
en tus invisibles tierras.
Hambriento de flores.
Inventor de estrellas.
Cargado de dulces letras...
Engañosa llave de puertas.
Devuélveme
a mi olvido, a mi esperanza.
A mis carcajadas venideras
o a mis pañuelos violetas.
A mi escribir entre cenizas
aun machacada con piedras.
A mi Alma sin fatiga.
A mi incierta, rebosante
o incertidumbre viajera.
Devuélveme
a jugar en las esquinas.
A mi infancia de libros abiertos
donde la imaginación imagina,
donde la imaginación no frena,
donde la imaginación respira.
Devuélveme a mi casa.
Devuélveme a mi vida.
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