Sentimientos quebrados

Guarde el dolor
a la rosa negra de la vida.
Consúmanse los cuerpos
en la invisibilidad de la tierra.

Que no falte sitio
para la voz del vencido,
porque hace gloria
en la memoria del vencedor.

Mientras, las miradas
de ambos bandos,
se hacen escalofríos.
             (Los ojos de los vivos
               lloran a los ojos de los muertos).

¡Qué importa la puerta de los que obligan!,
si ya la muerte
no entendió de patria, ni acero,
ni la detuvo soledades,
ni agonizó, ni perdió.

Y desde aquel rincón callado,
donde la libertad de crecer como niña viva,
no era más que el escondite en una mortaja
para sobrevivir a los lamentos del canto que llora,                                                              
empecé a pagar condena.

Y así crecí mañanas,
hasta que llegó el fantasma de la muerte
a permitirme seguir viviendo.
                                          ¿Y ahora qué?.
¿Dejará mi cuerpo de estar consumido?.
¿Se recostarán los disparos en el silencio
y harán que mi memoria los duerman?.

¿Se desunirá la tierra del infierno?.
¿No escucharé más gemidos
de los días desnudos?.
A dónde he de llevar las lágrimas sostenidas.
Cuántas camisas secaron el polvo.
Qué nombre recibirá la patria de los muertos.

Agria lluvia de dolores
veo a través de mi ventana
y escribo en los cristales mi nombre,
haciéndome muda para no gritar horrores.

Y los vencedores caminan ciegos de tristeza,
como arena desnuda en un pueblo despoblado.

Y yo no dejo de amanecer
con el pecho dolorido.
Y yo no dejo de despertar
sin el temblor del llanto que ahoga.

Y me hago fuerza en mi pensamiento,
intentando desterrar a la bestia,
a esa que te roba y que te hace miedo,
que te desangra y te derrota.

Qué hay ahora para mí:
¿La herencia sangrienta destinada a gangrena,
o una Paz "victoriosa" para no morir pena?.


Fotografía de dominio público




ESCARNIO

Primer Premio del VI Certamen de Arte Emergente
Autora: Dunia Arrocha Hernández
Propiedad: Ayuntamiento de Teguise


Yo recorrí desenredando
el despiece de tu alma,
y entré en tus ruinas
donde las calles muertas
hacían heridas en mi corazón.

Y allí me quedé,
desenterrando recuerdos,
donde el blanco, el azul y el verde
era nuestro ser y estar.

Pero la vida también habla
y sabe partir horas,
y levantó mares de agua helada
y muros de polvo
para saber si volvías a vivir fuerte,
cuando te hacía morir débil.

Y volvió a vivirte la soledad,
volvió a vivirte el miedo.
Se levantó el huracán de la desesperanza
y caíste, de nuevo, al vacío.

Ya tu mirada no me mira.
Tu existencia está encadenada
a un cuerpo con certero destino.
El viejo "amigo" te envía a mendigar,
para que atrevieses desiertos
con pies descalzos y sonrisa victoriosa.

Ya nada te pertenece,
ni el amanecer de cada día,
ni el deseo de marcharte o quedarte,
ni lo sencillo del respirar.

Ya nada te pertenece.

Y yo que por ti pisé
todas las espinas de la tierra.
Hice caer los vientos
en la calma de las mareas.
Rompí mi voz a gritos
para que no te dejases ir...

Pero no pudo ser.
¡Maldigo al polvo que se anudó
a tus entrañas!,
para latir astilla en mi corazón,
mientras era jugo en tus venas.

Dime ahora,
antes que tus lágrimas
olviden nuestro ser,
antes que te abandones
a ese vuelo loco, y te arrastre
al engañoso baile de la dicha infinita.

¡Dime ahora tu nombre!.
¡Dime ahora mi nombre!.

Y yo me dejaré ir
cansada y temblorosa,
queriéndome salir de este dolor
y desear regresarme al vientre que nos guardó,
vestidos con dulce canto.

Mientras,
se vuelve a burlar de ti
el caballo de blanca arena.



Foto de dominio público