Soberbia

Hoy toca a la soberbia enmascararse
de atrayente pasión
y embaucar a los plateados,
para hacer llamear corazones,
sin saber, oh pobres incautos!,
que no es más que orgullo lo que la mueve.

Y ciegos, antes sus letras,
entre la tinta y la destreza de su pluma
incita a desfallecer en gemidos,
con canto de hembra,
haciéndose imaginar desnuda,
mostrándose dueña de lechos de lujuria
creyéndose único beso en sus bocas.

Y en su arrogancia,
siempre hambrienta de propósitos,
se deja sentir rompiendo su piel,
o volando con agilidad de palabra,
conquistando con estilo propio,
a los que la exclaman por cien veces cien,
una sílaba de su engañosa letra.

Y en su colección de rostros,
descansan sus infiernos,
transitan los perdidos,
a los que ella llama logros.
Y se crece, y se hace dueña,
                                         (y se hace húmeda)
pues hoy toca a los plateados,
blanco de sus halagos
y torpes de su destreza.

No siempre es así,
a veces se hace la causa de un verso,
otras, el eco de una voz que no es la suya,
seguidora de almas para ser seguida.
Siempre soberana, siempre maestra... nunca pupila.

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Desolación

Nací para ser de tierra húmeda,
donde la esperanza no alimenta dulzura.
Donde el corazón aprendió a crecer callado
sin más alimento que el que toca y basta.

Vestida de los días
donde las hojas caen por el viento,
sin poder levantar manos,
en lo secreto de la vergüenza,
donde las campanas enmudecen
y el tiempo cae como losa.

Y aquí estoy...

Y allá voy...
A los rincones de los que mueren calientes
donde las sombras te sonríen,
y ofrecen botellas llenas
de sueños vacilantes o plata.

Y me hago lo que soy: nada.
Y me dejo ir para salir del día
y cuando siento que éste se desploma,
vuelvo a ocupar lo que me ha tocado del mundo
y así, me nace día tras día la vida.

Hay veces que miro atardeceres,
y escucho palabras que aman
o siento dos mitades en una,
pero no son más que trajes
de la soledad que siempre he vestido.

Y me vuelvo, me vuelvo a la noche.

Oh, yo ausente!,
no me queda más que llorarte
y aun así, mi corazón permanece callado.

No pago condena,
pues nací para ser de tierra húmeda
y escuchar, sin ser palabra de nadie,
sollozos de pena ajena.

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Premio Blogger House.


Hoy estoy de celebración, pues mi querida amiga Rakel, desde su blog Los Relatos De Rakel, me ha nominado al Premio Blogger House!
El premio Blogger House se otorga a aquellos blogs en los que, en consideración de la persona que nomina, contribuyen a la blogosfera con contenido de calidad, por lo que es todo un honor para mí que Rakel, haya considerado que mi blog Las libretas rojas, sea digno de éste galardón. ¡Mil gracias, Rakel!

Las normas del premio son las siguientes:

  1. Agradecimiento público al bloggero del que se ha recibido el premio.
  2. Nominación en una entrada de tu blog a los 10 bloggeros que a su juicio más contribuyen a la blogosfera.
  3. Notificación pública a los bloggeros nominados.
  4. Exhibir el logotipo del premio en su blog.
Mis nominados son:


  1. Dadelhos Pérez y su blog  La Ranura De La Puerta
  2. Sergio Omar Otero y su blog Voces del Cerro Aislado
  3. Tatè GR y su blog Entre Silencios 
  4. Flor Oliva y su blog Poemas Flor
  5. Ruben Callejas y su blog Les dije que me llevaran al médico
  6. Alfredo Cernuda y su blog Alfredo Cernuda - Nostalgia de tu almohada
  7. Yayone Guereta y su blog El rincón de Nai67
  8. Mayte Dalianegra y su blog Mayte Dalianegra
  9. Carlos Suárez Hernández y su blog pensamientosconletras
  10. Irene G. y su blog La Quimera
Muchísimas felicidades a tod@s


Palabras desvanecidas

Hoy siento viajar las palabras
silenciosas de esencia,
desvanecidas, con ese sufrir lento
como cuando se gastan las cosas amadas.

Y la noche se me hace grande,
mientras navego en el mar de tu silencio,
a la espera de tierra firme
para llegarme a mí y recobrarme.

Ya no quiero este suelo que piso,
donde te siento apoyado,
como a viejo fantasma en el tiempo,
donde te vendiste a la costumbre:
Siempre frío, siempre negro.

Y la distancia se ha crecido en mí,
como la muerte lo hace a la vida
y después de tantos inciertos,
me abandono al doliente final.

Y sé de las sombras que abrirán bocas
para calmar a tu yo muerto,
y alimentarán tu fingida desgracia
con porvenires de estaciones verdes.

Pero hay silencios donde nadie nació,
para levantar muros de piedra y pasos.
Quien pone madero al náufrago,
no son los brazos que sostienen sollozos,
sino el barco de donde naufragó.

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La piel que me viste

Que se apague el incendio
que reina en el bosque de mi alma.
Que cientos de ráfagas de viento
se lleven tus huellas de mi camino.
Que el silencio de mis calles
no sea esclavo de tus palabras.

Verdugas manos, que un día,
empaparon de mar la piel que me viste.

¡Cómo pude amar a un árbol vacío de hojas!.

Yo hilé soledades y me vestí de espinas,
creyéndome herida en la paz de tu corazón
y me hiciste sentir merecedora
                                         de mis vestiduras,
de tus falsos sueños o de tus indestructibles alas.

Y allá, en los rincones del olvido,
en el navío de tu boca,
la muerte vagó a sus anchas
por túneles con rostros,
pensamientos y cadenas.

Y el recuerdo aún solloza confuso
estacionándose pálido en mi cabeza,
cumpliendo como un deber
de respirarse vida negra.

No quiero seguir pena, ni harapo,
ni esclava, ni golpe, ni morir.
No quiero seguir grieta, ni herida,
ni nudo, ni forma seca.

Quiero vivir vida propia,
mis silencios, mis palabras,
la savia de mi nombre
o donde duermen mis raíces.

Quiero levantar mi casa entre río y arboleda,
y así empezar a ser tierra libre
                                    sin tirano, ni condena,
con la sencillez de lo puesto.
Renacer en el canto de la lluvia,
revivir las mañanas floridas.
Volver a ser de nuevo parida.

Volver a ser vida en mi vida.

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