Relaja en mi hombro, aunque no digas nada...

Relaja en mi hombro,
aunque no digas nada,
eso que llevas dentro
que pesa y arrastras;
yo guardaré silencio,
mi alma será tu alma
para aliviar soledades
de cargas y cargas...

Hay manos que se extienden,
que se ofrecen
en tu destino,
para que no andes solo
por muy fuerte que
siempre has sido.

Ahí estoy yo
en el último rincón,
en la última mirada,
en la última palabra...
respirando en tu respiro.

Sin cadenas que nos aten
sin pedirte compromisos...

Ahí estoy yo
ofreciéndote mi fuerza,
mi consuelo contenido
para hacer,
si tú quisieras,
más ligero... tu camino.

Foto extraída de Google

El amor ama...


Para Alcorac, por la belleza de sus palabras. La pureza de su alma que, por un "instante infinito", se adentró en la mía. Gracias.


Para el amor
no existe el tiempo,
ni el olvido, ni la distancia...
ni tan siquiera
cuando nos llegue la muerte,
a la vida hermanada;
el amor queda latente
sin línea que separa.
El amor es un instante infinito
innecesario de palabras.
El amor no duele.
El amor ama.
El amor no se detiene
aun se pierdan las miradas,
los abrazos, los te quiero,
las risas, las lágrimas...
El amor es como un niño
de inocencia a mansalva,
jugando a soñar
que las estrellas
se guardan bajo almohadas.
El amor es...
El amor es un instante infinito
innecesario de palabras.

Foto extraída de Google

No quiero despedidas

No quiero despedidas
que sepan a sal,
ni sombrías, ni amargas:
lamento arrullo sepulcral.

No quiero despidas
con sabor otoñal,
quien me quiera,
que me sienta primavera
a escondidas
tras un pinar.

Recordándome en la inocencia
donde querer es amar.
Donde no hay cabida a los lamentos,
pues la tristeza perdió su lugar;
no la quiero en mi última travesía
ya por compañera,
preparada está la soledad.

Quien me quiera,
que me sienta en la brisa
o en el intenso azul del mar.
En el dulce murmullo de una caracola,
por si alguna vez
me quisiera escuchar...

No quiero despedidas
que me lloren... al marchar.


Foto extraída de Google


A mi niña Carla

Dibujé mariposas en el cielo,
para que con sus alas
te inventaran sonrisas.

Hice de la ternura
de tus ojos,
una hermosa bandera
fuerte y erguida.

De mi corazón,
retales de tu colcha
que cubrirá soledades
cuando te sientas perdida.

Y en tu caminar
de prado verde,
te enseñaré andar
por los violetas de la vida.

Siempre mi alma en tu alma.
Siempre tu vida en mi vida.

Foto extraída de Google



Estrellas dormidas

A mi querido maestro, Don Rogelio, quien con su boli rojo, en una de mis redacciones, no sólo corrigió mis muchas faltas de ortografía, me enseñó unas de las lecciones más valiosas de mi vida: "Tener fe en lo que escribía'.

Gracias. Se lo debo a usted.

"Y me serví de tus volcanes,
estrellas dormidas,
para alimentar mi alma.

Y cosí lo que aprendí,
con los hilos de tus redes,
a la piel de mi espalda.

Marcho, con recuerdos salados
y he guardado en mi maleta
retales de mi infancia,
para sentir tu esencia
cuando el dolor se me aparezca,
disfrazado de nostalgia.

Hoy, tú eres mi camino,
hecho de tierra y rofe,
de lava fundida
y olor a canela;
mañana, cuando me haya ido,
tú serás mis pasos
en mi nueva senda.

Y me alejaré de ti
con el llanto dormido,
para no despertar tu silencio
Soñaré con eternas primaveras.

Cielo, mar, blanco, verde...
será, hasta que retorne,
mi pensamiento."

Foto extraída de Google



A la luz de la luna

A la luz de la luna,
donde la oscuridad
se abre paso para que
ella resplandezca,
unas manos acarician
el cuerpo, temeroso,
de quien, por tantos años,
se mantuvo a la espera;
unas manos fuertes,
y a la vez, llenas de ternura,
esa ternura que, de a poco,
va sosegando
al alma del ser acariciado
y va transmitiendo
un sin miedo desembocado
con suma destreza,
todo aquello que el temor
mantenía encadenado.
Entonces... un alma calma a esa otra alma.
Se funden en una.
Se dejan llevar
hasta transformar lo banal
en pura magia.
Haciendo de dos suspiros
el respirar de uno.
Fundiéndose la mar
en el cielo,
al unísono de las olas.
Y es cuando la luna
los mira celosa,
pues no existe resplandor
que embellezca,
dos almas que con tanto amor... se entregan



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